Actualización: junio 13, 2025
Más adelante con su viaje de expedición a bordo del Beagle sería cuando Darwin empieza a notar algunas similitudes y diferencias entre las mismas especies, en especial con sus observaciones en las Islas Galápagos que desempeñaron un papel crucial en la elaboración de su modelo de los mecanismos de transformación de las especies. Proponiendo así la selección natural como explicación para el origen de las especies. En donde los ejemplares mejor adaptados sobrevivirán a la lucha por la vida y transmitirán sus características exitosas a sus descendientes. Por tanto la población de su especie disminuiría y podría eventualmente llegar a extinguirse y ser remplazada por otras especies mejor adaptadas al medio.
Llegando así a las dos teorías más importantes de su vida, es decir el origen de las especies 1858 y el origen del hombre 1871.
Antecedentes de la teoría del origen de las especies (Charles Darwin)
Es sabido que en los inicios de su infancia aquel joven solo le interesaba las plantas en especial los árboles frutales. Quizás un gusto que se debió al tiempo que compartió con su abuelo, Erasmus Darwin, quien fue ampliamente reconocido por ser un médico y naturalista.
Aquella afinidad llevaría a que Charles Darwin durante su periodo escolar mantuviese una notable curiosidad por la naturaleza y por objetos coleccionables de todo tipo. Convirtiéndose en un singular observador y coleccionista de plantas, minerales y animales, especialmente insectos y moluscos.
A la edad de los 10 años sería cuando haría uno de sus primeros viajes expedicioncitas durante 20 días alrededor del Plas Edwards en la costa de Gales; en donde realizaría una observación más minuciosa sobre las diferentes órdenes de algunas familias de insectos. Quedando reflejado allí su pasión e interés por el entorno natural.
Para su etapa adulta es cuando incursiona en el campo médico, en donde aprendió algunas cosas que más adelante le servirían como bases para iniciar su investigación. Pues no termino dicha carrera ya que le invadía de terror el observar cuando alumnos más avanzados realizaban especialmente las prácticas quirúrgicas, que en el entonces se realizaban sin anestesia.
De tal modo que, al cabo de dos cursos, su padre, dispuesto a impedir que se convirtiera en un ocioso hijo de familia, le propuso una carrera eclesiástica. Allí en esa instancia empieza a colaborar con la Plinian Society, compuesta por un pequeño grupo de estudiantes universitarios que eran aficionados a la historia natural, y se reunían periódicamente y realizaban excursiones de recolección.
Todo ello lo llevaría a que Charles Darwin quedará fascinado por la zoología marina. Siendo tutelado por su maestro Robert Edmond Grant, un evolucionista seguidor de Lamarck que le reavivó su pasión por la naturaleza introduciéndole en diversas sociedades científicas de Edimburgo. Y al cual también le colaboró con algunas investigaciones sobre la anatomía y ciclo vital de los invertebrados marinos en el Fiordo de Forth.
Tiempo después comienza atraerle el mundo de la ciencia y es cuando comienza a asistir a las veladas de los viernes en casa del reverendo John Stevens Henslow, un catedrático de botánica en Cambridge. Un evento que le marcaría su vida, al sentirse atraído totalmente por la botánica, finalizando por matricularse en esa materia con el mismo profesor.
Sería a partir de ahí que aquel joven se empezaría a empapar de una gran parte de la teología natural contemporáneas y de un sistema de ideas con el cual desarrollo una relación próxima pero ambivalente con el existencialismo. Pues resulta que para aquella época muchos teólogos pretendían demostrar la existencia de Dios, a través de lo que parecía un diseño de la naturaleza.
Es en el marco de ese escenario que Charles Darwin empieza a despertar esa sed de conocimiento, apoyándose de diferentes teorías, investigaciones y escritos avalados por teólogos, históricos, biólogos, naturalistas, botánicos y científicos conocidos en aquella época.
Uno de ellos seria el filosofo, teólogo y apologista, William Paley, el cual defendía en su libro la idea de que Dios manifestaba su poder creador en el bello diseño que se observaba en los organismos vivos para su función inmediata; puesto que los seres vivos exhibían una complejidad aún mayor y un diseño aún más exquisito que cualquier otro objeto material. Un pensamiento que claramente estaba en oposición con las posiciones de Lamarck y de su abuelo paterno Erasmus.
También complementaría su conocimiento con la teoría del erudito británico, Thomas Malthus, quien estableció la existencia de una relación dispar entre el crecimiento de la población humana y la generación de los recursos necesarios para sostenerla, lo que según el conduciría más adelante al fin de la civilización y la extinción de la especie humana.
Sería entonces aquella lectura del Ensayo sobre la población, de Malthis, que llevaría a que Charles Darwin culminará su planteamiento sobre el origen y evolución de las especies. A partir de la lucha por la existencia, un término acuñado por Malthus, en aquellos escritos.
Una teoría adicional que le serviría como fuente de inspiración fue la conocida como Lamarckismo o Teoría de Lamarck, un teoría científica sobre la evolución de las especies, propuesta por el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck en su libro Filosofía zoológica de 1809. La cual se basaba dos ideas, en el cambio adaptativo y en la herencia de los rasgos adquiridos durante la vida del individuo. Proponiendo así que los organismos pueden adquirir características a lo largo de su vida, que luego se transmiten a la siguiente generación. Esto gracias a que estos seres vivos evolucionan adaptándose a las condiciones, circunstancias y ambientes en los que se desarrollan, y la diversidad de situaciones a la que pudieron haber esta la gran diversidad de formas de vida actuales.
Resumiendo su teoría con el ejemplo de las Jirafas en donde explicaba que ellas tenían, originalmente, cuellos cortos, pero que éstos se fueron haciendo más largos debido al estiramiento provocado al tratar de alcanzar las hojas más altas de los árboles. Logrando de esta manera que el rasgo adquirido (cuellos largos) pasase a la descendencia, como el predominante.
Otra de sus grandes influencias serían las aportadas por el geólogo inglés Charles Lyell, del cual aprendió a través de sus escritos sobre geología, paleontología y el cambio de la tierra. En donde sostenía que los procesos geológicos sucesivos habrían dado forma a la superficie dela Tierra, infiriendo que la Tierra debía ser más antigua de lo que la mayoría pensaba.
Sosteniendo igualmente que la aparición y la extinción de especies no dependían de la puesta en marcha de una nueva fase del plan divino, sino del efecto de las condiciones ambientales.
Finalizando con algunos otros estudios como por ejemplo: la clasificación de Linneo, los trabajos ya realizados sobre selección artificial o los trabajos de investigación sobre evolución publicados por Wallace para la misma fecha. Que coincidencia mente compartirían el mismo común denominador (la selección natural), pero con una óptica diferente de estudio.
Así fue como Charles Darwin daría inicio a su famosa teoría de la evolución biológica
Un gran viaje que le llevo a visitar algunos sitios como América del Sur, Tahití, Australia, Nueva Zelanda, África y numerosas islas del Atlántico y el Pacífico. En donde el barco Beagle arrimo en 41 puertos principales, entre ellos: las Islas Canarias, Cabo Verde y Saint Paul, Sao Paulo y Río de Janeiro, Uruguay, Buenos Aires, Bahía Blanca, Patagonia, Tierra de Fuego, Estrecho de Magallanes, Chonos, Chiloé, Concepción, Islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda y Australia.
Es en este contexto en que Darwin aprovechaba mientras el HMS Beagle cartografiaba, el joven naturalista se bajaba a tierra para explorar y ver las plantas, animales y fósiles locales. Para posteriormente hacer sus anotaciones detalladas en su diario, en donde plasmaba los dibujos de sus observaciones y además iba recogiendo muestras de algunas especies en los distintos lugares que visitaba.
Para el cuarto año del viaje, sería cuando el H.M.S. Beagle llegaría a las Islas Galápagos, en frente de la costa del Ecuador. Allí se encontraría con un grupo de 16 islas volcánicas a unas 600 millas de la costa oeste de Sudamérica. Y durante su exploración se percataría de que algunas especies de plantas y animales existentes en la costa occidental de Sudamérica, tenían un gran parecido con las especies de las islas, lo que le hizo pensar que los organismos insulares procedían de ancestros continentales. Llegando a la conclusión al comparar las especies de aquellas islas con las de América del Sur, que estas tenían diferentes adaptaciones para las mismas especies.
Es así como Darwin quedo atónito al ver iguanas nadando en los mares, pájaros con picos adaptados a las necesidades especificas de cada isla y tortugas gigantes como Harriet.
Para el caso de las iguanas Darwin observó que el mismo tipo de animal difería de isla en isla. Por ejemplo, las iguanas terrestres (lagartos grandes) de América del Sur eran muy diferentes a las iguanas marinas de las Islas Galápagos. Es decir que las iguanas marinas tenían la habilidad para bucear en el mar y alimentarse de algas marinas, pudiendo permanecer dentro del agua por hasta 45 minutos. Con sus garras, más largas y filudas les permitía sujetarse de las rocas a lo largo de las orillas para evitar ser arrastradas por las olas. Mientras que las iguanas terrestres eran mas grandes llegando a medir más de un metro y pesar hasta 12 kilos. Teniendo una vida útil de 50 a 60 años y noto una particularidad entre todas ellas y era la pigmentación de su piel que variaba de color desde amarillo a naranja, dependiendo claramente al entorno de la isla en donde se hallaban.
Otro de los hallazgos que le causo gran curiosidad fue el de las aves, en especial la de los pinzones, al observar que estos pájaros en las distintas islas tenían muchas similitudes, pero sus picos diferían en forma y tamaño. Prestándole especial atención a los de las islas Galápagos que representaban un claro ejemplo de lo que se conoce como “radiación adaptativa”. Es decir que cada ave de esta misma especie se adapto rápidamente a los recursos y alimentos disponibles en cada isla. Para el caso de las islas en donde abundaba más las semillas duras, estas aves empezarían a desarrollar un pico más robusto y corto. Pero un pico más grande sería útil para aquellas aves que principalmente se alimentaban de semillas pero también de frutas, brotes e insectos.
Al final concluía que este aislamiento relativo, que restringió el flujo genético entre las poblaciones de pinzones, sería el que daría lugar a 15 especies distintas, que diferían también aunque en menor medida en su cuerpo, su comportamiento y en su canto.
Finaliza sus observaciones más importantes en aquellas islas con las tortugas en las cuales noto que dentro de sus distintas especies existían características que les permitían vivir en sus respectivos medioambientes. Por ejemplo, las tortugas que comían plantas cerca del suelo tenían caparazones redondeados y cuellos más cortos. Mientras que las tortugas en las islas con arbustos altos tenían cuellos más altos y caparazones que se curvaban hacia arriba, lo que les permitía estirar sus cuellos. Formulando con ello su hipótesis acerca de que los organismos desarrollaban diferentes características a lo largo del tiempo, que estaban sujetas al medioambiente en que habitaban. Quedando sorprendido con la longevidad de estas tortugas, notando que el patrón de senescencia era insignificante, es decir que a medida que envejecían, apenas perdían sus capacidades. Notando que los animales con este rasgo no mostraban deterioros en sus movimientos o sus sentidos al envejecer y conservaban intacta su fertilidad con el paso de los años, lo que más adelante los expertos llamarían inmortalidad biológica.
Concluyendo así sus observaciones que serían registradas en uno de sus cuadernos de campo; marcado con la etiqueta “Galápagos. Otaheite Lima”. Que contenía los registros de una sucesión de 34 páginas donde se especificaba el encanto de Darwin con las formaciones volcánicas y su determinación por hacer importantes colecciones de plantas, animales y fósiles.
Recopilando así todas sus investigaciones durante esos cinco años de expedición, en donde tuvo la oportunidad de registrar y observar las distintas especies que habitaban el continente y otros territorios insulares; así como los restos geológicos de los animales extintos, estableciendo relaciones entre especies que nadie había hecho hasta entonces. Que le llegaron a convencer de la transmutación de las especies a través de la reflexión sobre sus experiencias y especímenes una vez de vuelta en Gran Bretaña.
Más adelante estando en su hogar, Down House, sería donde empezaría a experimentar e investigar sobre especies domésticas. Utilizando en primera instancia la cría de palomas domésticas para ilustrar los procesos de selección artificial mediante la domesticación. Buscando con ello recopilar las pruebas sólidas que las respaldaran su teoría sin llegar a apresurarse, razón por la cual tuvo que pasar luego de su viaje más de 20 años examinando especímenes, platicando con otros científicos y recopilando la información acertada antes de presentar sus teorías sin fundamento.
Teoría del origen de las especies y el origen del hombre
Pero la tarea no sería sencilla, razón por la cual Darwin acudió a ciertos métodos que validaran dicha apreciación, como por ejemplo la anatomía comparada, las estructuras homólogas, los órganos vestigiales, la embriología comparada, los fósiles, la biogeografía y las pruebas paleontológicas. Que finalmente le demostrarían que las especies cambian, ya que el mundo natural no es estático, sino que varia. Es por ello que las plantas y animales no siempre fueron como las conocemos hoy en día, sino que han cambiado a lo largo de su existencia. Es decir que han evolucionado a partir de un ancestro común, pero en un proceso que ocurre en forma ramificada y gradual.
Que se podría explicar bajo tres premisas: la primera de ellas dicta que el rasgo sujeto a selección debe ser heredable. En cuanto a la segunda sostiene que debe existir variabilidad del rasgo entre los individuos de una población. Para llegar finalmente a la tercera que aduce que la variabilidad del rasgo debe dar lugar a diferencias en la supervivencia o al éxito reproductor, haciendo que algunas características de nueva aparición se puedan extender en la población.
Todo esa acumulación de cambios a lo largo de las generaciones sería entonces la que produciría todos los fenómenos evolutivos. Y el motor de ese cambio sería ni más ni menos el mecanismo que conocemos como “selección natural” el cual permite que en cada especie los individuos que estén mejor adaptados al medio en que viven, sean los que tengan las mejores posibilidades de dejar descendencia. Alterando la especie gradualmente hasta llegar a constituir una nueva especie que será la que prácticamente domine aquel ecosistema.
Demostrando con bases científicas, que las especies vivas no son esencias inmutables, sino que se originan unas de otras según la selección natural de las que mejor se adaptan. Así mismo recopilando una gran cantidad de pruebas empíricas para lograr convencer a los científicos y a muchas personas cultas de que la vida había evolucionado.
Llegando entonces a su libro “el origen de las especies” el cual sería publicado el 24 de noviembre de 1859, considerado uno de los trabajos precursores de la literatura científica y el fundamento de la teoría de la biología evolutiva. En donde propone el mecanismo de la selección natural como explicación para el origen de las especies.
Una teoría que coincidió con la de otro naturalista, Alfred Russel Wallace, que al igual que su contemporáneo recorrería Sudamérica y haría observaciones similares a las de Darwin. Afirmando, por ejemplo, que la vida de los animales era una lucha por la existencia, en la que los más débiles de una organización imperfecta siempre sucumbían.
Una situación que llevaría a que Darwin y Wallace presentaran juntos sus teorías y evidencias el público en el año de 1859. Llegando a tener más crédito la de Charles Darwin al tener más observaciones, experimentaciones e investigación. Pues en dicha obra notamos que se citan a 192 autores en los diferentes capítulos con sus descripciones de material biológico, descubrimientos, afirmaciones, opiniones y demás. Teniendo así una obra completa escrita para un público especializado.
Pasado los 12 años es cuando publica su otra obra controversial, titulada “el origen del hombre 1871” en donde postula que el hombre evolucionó de un antepasado común con los monos. Algo que claramente le traería detractores y polémicas con algunos teólogos e intelectuales que defendían que la vida había sido creada por designio divino.
Resumiendo esta idea Darwin creía que la especie humana evolucionó a partir de un simio que vivió en África hace 6 o 7 millones de años (Ma) y que el antepasado más reciente vendría a ser el chimpancé con el que compartimos actualmente. Todo ello claramente con una línea evolutiva que inicia con los homínidos y que va desde el Australopithecus, pasando al Homo Habilis, Homo ergaster, Homo erectus, Homo antecessor, Homo neandertal hasta llegar a nuestra especie actual, el Homo sapiens, que surgió en África hace años. Teniendo así la visión sobre nuestro origen y evolución que más aceptación ha tenido en la comunidad científica.
El eslabón perdido y la caja negra de Darwin
Darwin sabía que su teoría de evolución gradual tenía un potencial talón de Aquiles: que radicaba en que se pudiera demostrar que algún órgano complejo no pudiese haber sido formado mediante numerosas, sucesivas y pequeñas modificaciones, sino que pudiera haber evolucionado por casualidad. Algo que llevaría más adelante a La complejidad irreducible que se utiliza para describir una característica de ciertos sistemas complejos que necesitan todos sus componentes individuales en el lugar correcto para poder funcionar. Dando a entender que el origen de los organismos vivos es más complejo y no pueden evolucionar de manera darwiniana.
Otro de los problemas que tendría que enfrentar esta teoría más adelante sería el modelo de la molécula del ADN, que cuando apareció empezó a dar toda una reinterpretación de lo que son los genes y las frecuencias genéticas de las poblaciones. Llegando a la conclusión de que la mutación no ocurría de forma gradual, en etapas muy lentas, sino que había una transferencia genética horizontal, que había revelado que la naturaleza sí salta algunas veces, por lo que grandes trozos de ADN pueden aparecer en un individuo o una población de forma bastante repentina.
Lo que termino resolviendo un fenómeno que le parecería perplejo y que calificaría como un “misterio abominable”, Charles Darwin que no podía explicar cómo las plantas con flores, llamadas angiospermas, pudieron aparecer y convertirse en los organismos dominantes del reino vegetal, de forma tan repentina. Y con una belleza digna de admirar y atraer a los polinizadores, como el caso del colibrí que se dejan llevar de la variedad de sus colores para beber su néctar. O como Las flores también desarrollan pétalos en esa secuencia numérica conocida como Fibonacci, presente en toda la naturaleza.
Lo que dejaría perplejo a Charles Darwin al intentar buscar explicación a una diversificación de las plantas con flores, que habría llevado a la creación de 300.000 especies de forma, aparentemente, rápida. Algo muy contradictorio a su teoría de la selección natural, que establece que “la naturaleza no da un salto”. Como se ha descubierto con el modelo de la molécula del ADN, en el que se propone que a veces la Evolución no es lenta y gradual sino que da auténticos saltos.
Finalizando con el eslabón perdido en su teoría del Origen del Hombre 1871, del cual nace posteriormente la ciencia de la paleo-antropología, dedicada a estudiar la morfología y la comparación anatómica entre los distintos fósiles para comprender lo que Huxley llamó “el lugar del hombre en la naturaleza”. Un método clave para descifrar nuestro ancestro común que nos lleva a una trama de innumerables especies ancestrales que se entrecruzan, convirtiéndose en un panorama tan complejo, siendo este el eslabón perdido para los paleontólogos al no reunir las pruebas suficientes (fósiles) para comparar y entender así la historia de nuestra evolución.
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