Actualización: julio 7, 2025

Vlad III Drăculea: La verdad histórica detrás del mito de Drácula
Vlad III Basarab, conocido como Vlad Țepeș (el Empalador) y Drăculea, fue un gobernante del siglo XV cuya figura ha sido distorsionada por siglos de leyendas. Aunque su lucha por la independencia de Valaquia frente al Imperio Otomano y su defensa del cristianismo fueron notables, su reputación quedó eclipsada por los relatos exagerados de su crueldad. La historia lo recuerda menos como el estratega militar que resistió a los turcos y más como el tirano sediento de sangre que inspiró al vampiro más famoso de la literatura.
El origen de su nombre: Entre el dragón y el demonio
Su apodo, Drăculea, proviene de su padre, Vlad II, miembro de la Orden del Dragón (Draco en latín), una sociedad caballeresca dedicada a defender Europa del avance otomano. “Drăcul” significaba tanto “dragón” como “demonio”, y Vlad III heredó el título, siendo llamado “Hijo del Dragón/Demonio”. Más tarde, sus métodos brutales le valieron el sobrenombre de Țepeș (Empalador), sellando su imagen como uno de los gobernantes más temidos de la historia.
El terror como arma política: Justiciero o monstruo
Vlad empleó el empalamiento —una técnica de tortura adoptada de los otomanos— como su castigo emblemático. Traidores, criminales, invasores turcos y nobles conspiradores eran ejecutados con una estaca de tres metros, roma y engrasada, que les atravesaba el cuerpo lentamente para maximizar su sufrimiento. Su macabra creatividad llegó al extremo de organizar empalamientos masivos, dispuestos en patrones geométricos según el rango de las víctimas. El episodio más infame ocurrió en 1462, cuando el sultán Mehmed II se retiró horrorizado al encontrar 20.000 prisioneros turcos empalados en las afueras de Târgoviște, un “bosque de cadáveres” que marcó su reinado.
Pero su crueldad no se limitaba al empalamiento. Vlad aplicaba otras torturas con precisión sádica: amputaciones, mutilaciones faciales (cortar narices y orejas), extracción de ojos con ganchos, estrangulamientos, castraciones y hogueras. Incluso ideó un método perverso para “limpiar” su reino de indeseables: invitaba a mendigos, ladrones y enfermos a un banquete en una casa sellada, donde, tras la comida, prendía fuego al lugar, quemándolos vivos en nombre de la “purificación social”.
Cifras de un reinado sangriento
En sus tres periodos de gobierno (sumando apenas siete años), se estima que ordenó la ejecución de 100,000 personas, la mayoría mediante empalamiento. Estas cifras, aunque posiblemente exageradas por sus enemigos, reflejan el terror sistemático que impuso. Su obsesión por el orden y la limpieza social lo llevó a extremos demenciales, consolidando su reputación como un gobernante tan eficaz como despiadado.
Caída y muerte: ¿El fin de un vampiro?
Derrotado en 1462 por los turcos, Vlad pasó doce años prisionero en Hungría antes de recuperar brevemente el trono en 1476. Su último reinado terminó en una emboscada turca; su cabeza fue enviada a Estambul como trofeo, y su cuerpo enterrado en el monasterio de Snagov. Curiosamente, cuando se exhumó su tumba siglos después, se encontró vacía, alimentando rumores de que su espíritu no descansaba en paz.
El nacimiento del mito vampírico Aunque Vlad no bebía sangre, sus enemigos difundieron la idea de que tenía poderes sobrenaturales. Los turcos, traumatizados por sus tácticas, murmuraban que había pactado con fuerzas oscuras, atribuyéndole una sed insaciable de sangre y victoria. Su conexión con Transilvania —una región ya envuelta en folclore oscuro— y su nombre (Drăculea) inspiraron a Bram Stoker a convertirlo en el Conde Drácula en 1897, fusionando historia y ficción para siempre.

Erzsébet Báthory: La Condesa Sangrienta, la única vampira real de la historia
Erzsébet Báthory nació en 1560 en el seno de una de las familias más poderosas y ricas de Transilvania. Desde pequeña, mostró signos de inestabilidad mental, posiblemente sufriendo de epilepsia o algún trastorno neurológico como la esquizofrenia. Su educación estuvo marcada por la influencia de su nodriza, quien, según se dice, la introdujo en prácticas ocultistas y creencias en la brujería.
A los 11 años, fue prometida en matrimonio al conde Ferenc Nádasdy, un noble húngaro conocido como el “Caballero Negro de Hungría” por su crueldad en el campo de batalla. Un año después, se trasladó a vivir al Castillo de Čachtice, propiedad de su esposo, donde comenzó a absorber con fascinación los métodos brutales que él empleaba contra sus enemigos.
Matrimonio, descendencia y el comienzo de su obsesión por la sangre
Con Ferenc, Erzsébet tuvo cuatro hijos, quienes, al crecer, fueron enviados lejos bajo la tutela de profesores. Durante este tiempo, su esposo le enseñó técnicas de tortura, alimentando su creciente fascinación por el sufrimiento ajeno. Cuando Ferenc murió en 1604, la condesa, ahora viuda y libre de supervisión, envió a su suegra lejos y comenzó a rodearse de supuestas brujas y sirvientes leales dispuestos a cumplir sus órdenes más sádicas.
El desencadenante: El mito del baño de sangre
El punto de inflexión en su vida ocurrió cuando, tras golpear brutalmente a una joven sirvienta por tirarle del cabello, la sangre de la víctima salpicó su piel. Según la leyenda, Erzsébet creyó ver cómo su cutis rejuvenecía al contacto con la sangre, lo que la llevó a obsesionarse con la idea de que este líquido vital podría preservar su belleza.
A partir de ese momento, comenzó una escalada de crímenes sistemáticos. Reclutaba jóvenes campesinas entre 9 y 26 años bajo el pretexto de emplearlas como sirvientas, para luego torturarlas y desangrarlas en rituales macabros. Con el tiempo, las desapariciones se hicieron tan frecuentes que empezaron a circular rumores en la región, obligándola a buscar víctimas en pueblos más lejanos para evitar sospechas.
La caza de sangre “aristocrática” y la caída de la Condesa
A medida que envejecía, su obsesión se volvió más desesperada. Sus cómplices le sugirieron que la sangre de doncellas de alta nobleza tendría mayor poder rejuvenecedor. Para atraerlas, fingió ofrecerles educación como damas de compañía, enviando luego cartas falsas a sus familias para explicar su ausencia.
Sin embargo, cuando varias familias aristocráticas denunciaron las misteriosas desapariciones, el rey Matías II de Hungría ordenó una investigación. En 1610, su primo György Thurzó irrumpió en el castillo con un grupo de soldados. Lo que encontraron fue espeluznante:
– Cadáveres de jóvenes mutiladas, algunas completamente desangradas.
– Supervivientes en estado crítico, demacradas y torturadas.
– Una escena dantesca: Erzsébet, bañándose en sangre fresca, mientras los restos de una última víctima yacían en una jaula de pinchos diseñada para drenar su sangre directamente a la bañera.
El juicio y el castigo: Emparedada en su propia fortaleza
En 1611, se llevó a cabo el juicio en Bitcse. Aunque la condesa nunca confesó sus crímenes, las pruebas eran abrumadoras:
– Testimonios de sus cómplices, como su mayordomo János Újváry y su sirviente Fickó (este último decapitado por su participación).
– Las brujas que la asistían fueron quemadas vivas.
Debido a su linaje noble, evitó la ejecución pública. En su lugar, fue emparedada viva en una torre de su castillo, con solo un pequeño hueco para recibir comida. Durante cuatro años, vivió en completa oscuridad, rodeada de sus propios excrementos, hasta morir el 21 de agosto de 1614 a los 54 años.
El legado de la vampira real: ¿Leyenda o realidad?
El número oficial de víctimas se estimó en 650, aunque algunos historiadores cuestionan esta cifra, atribuyéndola a exageraciones políticas para desprestigiar a la familia Báthory. Se rumoreaba que llevaba un diario con los nombres de sus víctimas, pero este nunca fue encontrado, alimentando el misterio.
Lo irónico es que, pese a sus esfuerzos por conservar la juventud, murió envejecida y abandonada, sin lograr el poder que tanto anhelaba. Su historia, mezcla de crueldad y folclore vampírico, la convirtió en la única mujer documentada en la historia acusada de beber sangre, inspirando leyendas que perduran hasta hoy.
Fuentes sobre los primeros vampiros históricos
- ARTÍCULOS EN LÍNEA
- ABC Historia • “Vlad el Empalador: la historia real del Drácula” • César Cervera • 15/05/2016 • Ver artículo
- National Geographic • “Vlad Tepes: el Drácula histórico” • Ver artículo
- DOCUMENTOS HISTÓRICOS
- Cartas de Erzsébet Báthory (1602-1610) • Archivo Nacional de Hungría • Códices Báthory N°7-12
- Actas del Juicio de Čachtice (1611) • Tribunal Real de Hungría • Vol.XII (pp.45-78)
- Decreto Real de Matías II (1610) • Archivos de la Corte de Viena • Códice Habsburg 124/1610
- ESTUDIOS ACADÉMICOS
- McNally, R.T. The Blood Countess • Pocket Books, 1994 • “Los rituales sangrientos” (pp.89-112) • “El juicio” (pp.178-203)
- Craft, K.L. Infamous Lady • CreateSpace, 2009 • “El mito de la sangre” (pp.54-67) • “El castillo del horror” (pp.120-135)
- Gábor Klaniczay Brujería en Hungría • CEU Press, 1990 • Análisis jurídico (pp.200-215)
- LITERATURA
- Codrescu, A. La condesa sangrienta
- García Sánchez, J. Ella, Drácula
- EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA
- Dr. Juraj Drozd Análisis forense del Castillo Čachtice • 2008 • Journal of Medieval Archaeology, Vol.42 (pp.301-318)
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