Pablo Escobar Gaviria (sus inicios hasta el origen del Cartel de Medellín)

Actualización: junio 18, 2025


Pablo Escobar Gaviria, el temido “Patrón” del Cartel de Medellín, no siempre fue el poderoso capo que dominó el narcotráfico mundial. Su ascenso desde la delincuencia común hasta convertirse en el líder de una de las organizaciones criminales más poderosas de la historia es un relato de audacia, violencia y ambición desmedida. Junto a sus socios, Escobar tejió una red criminal tan sólida que desafió a gobiernos y desató una guerra sin cuartel contra las autoridades. ¿Cómo logró este hombre, salido de las calles de Medellín, erigirse como el zar indiscutible de la cocaína? Descubre, en las siguientes líneas, la fascinante y oscura transición que lo llevó de ser un delincuente a convertirse en el criminal más buscado del mundo.
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Pablo Escobar vida delincuencial

Pablo Escobar: ¿Cómo un bandido se convirtió en el rey de la cocaína? ★★★★★

Los Primeros Años de Pablo Escobar: Origen, Astucia e Inicios Delictivos

Pablo Emilio Escobar Gaviria nació el 1 de diciembre de 1949 en la comunidad campesina de El Tablazo, una zona rural cercana al departamento de Antioquia, Colombia. Desde temprana edad, demostró una gran astucia y una notable solidaridad con quienes compartían su misma condición social. Este rasgo de nobleza y empatía lo heredó de su madre, Hermilda Gaviria, quien por entonces trabajaba como profesora rural, desempeñando un rol clave en su formación humana.

Durante su etapa escolar, Escobar se destacó no solo por su inteligencia, sino por su espíritu emprendedor. En su adolescencia cursó la secundaria en el Liceo Lucrecio Jaramillo Vélez, donde forjó una estrecha relación con su primo Gustavo Gaviria Rivero. Juntos formarían una sociedad temprana caracterizada por su ingenio comercial: vendían exámenes escolares a otros alumnos, organizaban rifas, intercambiaban cómics y prestaban dinero a bajos intereses. Estas actividades escolares marcarían el inicio de la habilidad para los negocios que más tarde lo catapultaría al mundo del crimen organizado.

En 1969, Pablo finalizó sus estudios de bachillerato y logró ingresar a la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín. Sin embargo, su estadía en la institución fue breve. Pronto abandonó la carrera universitaria para enfocarse en lo que denominó sus negocios “personales”, alejándose del camino académico y acercándose, cada vez más, al mundo ilegal.

A los 21 años, Escobar dio inicio a su carrera delictiva. Junto a su primo Gonzalo, comenzó a trabajar en una fábrica de lápidas, pero al percibir que este negocio era poco rentable y físicamente exigente, ideó un plan más lucrativo: robar lápidas de mármol de panteones pertenecientes a familias adineradas para revenderlas a recicladores. Esta fue su primera incursión en el delito sistemático.

Posteriormente, estableció un pequeño taller de reparación y alquiler de bicicletas. Con las ganancias obtenidas en ese emprendimiento, Escobar compró una moto Lambretta. No tardó en usarla para ejecutar atracos a establecimientos comerciales junto a su primo, afianzando su inclinación por las “ganancias fáciles”.

Encantado con la rentabilidad de estas actividades ilícitas, Escobar dio un paso más y decidió consolidar una sociedad delictiva junto a Gustavo Gaviria y su cuñado Mario Henao. Así nació una banda organizada que se dedicaba a desvalijar automóviles y vender las partes en el mercado negro. La banda operaba con diferentes modalidades: compraban vehículos estrellados, les extraían las placas de identificación, y luego colocaban esas placas en automóviles robados más nuevos, para después revenderlos como si fueran legales, obteniendo grandes sumas de dinero.

Estos primeros pasos, aunque aparentemente menores, marcaron el inicio de un camino que lo llevaría a convertirse en uno de los criminales más notorios del siglo XX. Su capacidad para organizar, delegar y encontrar vacíos legales o logísticos ya se perfilaba, incluso en esta etapa temprana de su vida.

La Promesa Fatal y el Salto al Contrabando

En una de las tantas reuniones informales que sostenía con su primo Gustavo Gaviria y sus amigos más cercanos, Pablo Escobar pronunció una frase que marcaría su destino: se prometió que si a los 30 años no tenía un millón de pesos en el bolsillo, se quitaría la vida. Esta declaración no solo evidenciaba su ambición, sino también la presión interna que sentía por escalar social y económicamente a toda costa.

Con esta meta en mente, Escobar se adentró con mayor decisión en el bajo mundo de la criminalidad. Participó en robos a bancos, extorsiones, secuestros —incluido el del empresario industrial Diego Echavarría—, y comenzó a incursionar en el comercio de cannabis. Esta etapa inicial fue el preámbulo de una transformación profunda que vendría tras un incidente aparentemente menor, pero que le abriría nuevas puertas en el mundo del crimen organizado.

Mientras defendía a una joven de un joven adinerado y en estado de ebriedad, Pablo Escobar, armado con un pequeño revólver —el mismo que usaba para asaltar taquillas de teatros en Medellín— le disparó en el pie al agresor. El acto lo llevó a prisión por un corto tiempo, pero en ese lugar conoció a un contrabandista experimentado que había amasado una fortuna ingresando ilegalmente cigarrillos, licor y electrodomésticos al país. Aquella conversación en la cárcel sembró una semilla: Escobar, intrigado por esa vía más lucrativa de criminalidad, le pidió al contrabandista una forma de volver a contactarlo en el futuro.

A los pocos días, los cargos en su contra fueron retirados y Escobar salió en libertad. Con solo 22 años, retomó el contacto con aquel personaje y se adentró de lleno en el mundo del contrabando, esta vez acompañado por su primo Gonzalo Gaviria. Así comenzaron a trabajar bajo las órdenes de dos figuras clave del negocio: Jaime Cardona Vargas, conocido como el “Rey del Marlboro”, y Alfredo Gómez López, apodado “El Padrino”.

El trabajo de Escobar y Gonzalo era inicialmente servir como guardaespaldas de los camiones que transportaban mercancía de contrabando —en su mayoría cigarrillos— hacia Medellín. Era la época de las llamadas “Guerras Marlboro”, en la que varias organizaciones criminales luchaban por el dominio del lucrativo mercado de cigarrillos ilegales. La agresividad controlada y el carácter decidido de Escobar lo hicieron sobresalir rápidamente en ese entorno violento y competitivo.

Gracias a su astucia, se ganó el apodo de “la mosca”, un término utilizado para describir a quienes iban en la cabina delantera de los camiones encargados de sobornar a los oficiales de policía y despejar el camino para las caravanas. Se estima que llegó a liderar convoyes de hasta 40 camiones de contrabando en una sola operación. Las ganancias obtenidas en estas travesías eran considerables, y con el tiempo, Escobar adquirió un ritmo de vida que mantendría por décadas: dormía muy tarde y se levantaba ya entrada la mañana.

Del Contrabando al Narcotráfico: La Madrina y el Nuevo Camino

Consolidado como un operador confiable en el contrabando, Escobar empezó a sentirse limitado por esa estructura. Sus aspiraciones superaban lo que el negocio del Marlboro podía ofrecerle. Fue entonces cuando decidió dar un giro estratégico a su carrera delictiva. Gracias a los contactos obtenidos a través de Jaime Cardona Vargas, fue invitado a una reunión en un conocido prostíbulo de Medellín llamado “La Curva del Bosque”. Allí conoció a una mujer que cambiaría su destino: Griselda Blanco, alias “La Madrina” o “La Viuda Negra”, una poderosa figura del narcotráfico internacional.

Durante la charla, ambos intercambiaron ideas sobre negocios ilegales. Fue Griselda quien le señaló a Escobar que el verdadero futuro estaba en el tráfico de cocaína, un negocio incipiente pero en rápido crecimiento y con márgenes de ganancia muy superiores a cualquier otro.

Atraído por esta nueva visión, Escobar tomó una decisión firme. Poco tiempo después, comunicó a sus jefes —Cardona y Gómez— su intención de independizarse y convertirse en el “Patrón” de su propio negocio. La propuesta no fue bien recibida. Intentaron disuadirlo, advirtiéndole que el narcotráfico le traería problemas graves con las autoridades y conflictos inevitables con los capos que ya se estaban posicionando en el nuevo mercado. Sin embargo, Escobar no se dejó intimidar. Estaba decidido a alcanzar el poder y la fortuna que tanto había anhelado… incluso si eso significaba desatar una guerra.

El Encuentro con Cucaracho y el Salto al Narcotráfico

Ya con su independencia consolidada, Pablo Escobar decide ampliar su red de contactos y buscar nuevos socios que se movieran en el emergente negocio del narcotráfico. Fue entonces cuando su primo Gustavo Gaviria lo presenta con un conocido apodado “Cucaracho”, un personaje que se convertiría en pieza clave para el cambio definitivo en la trayectoria criminal del Patrón.

Cucaracho no tardó en convencerlo: el narcotráfico era un negocio mucho más rentable que el contrabando. Según él, el volumen a transportar era menor, los dividendos eran mucho mayores y el riesgo —aunque alto— estaba mejor compensado por las ganancias. Escobar, siempre atento a nuevas oportunidades, escuchó con interés.

Para comenzar, Cucaracho les propone un plan simple: viajar en un carro pequeño hasta el Perú para conocer el origen de la materia prima del negocio. Pablo y su primo Gustavo no pierden tiempo. Tramitan sus pasaportes y, junto a Cucaracho, emprenden el viaje. Ya en tierras peruanas, el contacto los enlaza con amigos locales que les explican la lógica del comercio: se trataba de comprar pasta de hoja de coca en Perú y transportarla a Medellín, donde sería procesada.

Pablo Escobar diseña entonces un sistema discreto pero efectivo: acondiciona un carro con doble transmisión y una caleta oculta en el guardabarros delantero para ocultar la pasta. Así empieza su cadena de transporte, y en poco tiempo ya contaba con tres vehículos listos para los viajes. Meses después, la operación crece: se habla de cargamentos de hasta 20 kilos por viaje.

De Carros a Camiones: El Auge del Negocio


El negocio crece rápidamente. Escobar reemplaza los pequeños automóviles por camiones carpados, lo que le permite aumentar la capacidad de transporte. La mercancía era llevada hasta una casa en el barrio Belén, donde era escondida dentro de electrodomésticos y luego cristalizada mediante hornos rudimentarios.

Con el flujo de producto en aumento, deciden conectar con otros grupos locales que ya estaban en el negocio. Es entonces cuando oyen hablar de un clan bien establecido en Medellín: los Ochoa. Jorge Luis Ochoa, su miembro más visible, había construido una red sólida para mover cocaína a Estados Unidos, en parte con la ayuda de su hermano Fabio.

Escobar, que ya admiraba al clan Ochoa por su fama en el mundo equino y por viejos roces en competencias de automovilismo, decide contactarlos para formar una alianza. Este vínculo cambia por completo el panorama. Un kilo de pasta cristalizada podía alcanzar hasta 60 mil dólares en el mercado estadounidense, lo que permitió que las arcas de Escobar se llenaran como nunca antes.

La demanda crece tanto que los Ochoa no dan abasto. La cantidad de droga que Pablo y sus socios traían desde Perú superaba la infraestructura del clan para enviarla al extranjero. Escobar decide entonces optimizar la logística: asigna a un conductor la tarea de hacer los viajes a Perú, y rediseña la operación ocultando la droga en la llanta de repuesto de un camión que cruzaba la frontera por Ipiales (Ecuador) camuflado con un cargamento de papas.

Traición y Arresto: El Caso del Camión

Sin embargo, el crecimiento exponencial del negocio trae sus primeros conflictos internos. Cucaracho, sintiéndose desplazado y marginado del círculo de decisiones, decide traicionar a sus socios. Contacta a agentes del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) y les revela la existencia del camión que Escobar estaba enviando al Perú, con la intención de que estos le cobraran un porcentaje por permitir su paso.

Lo que nadie anticipa es que un superior del DAS descubre el intento de extorsión y monta un operativo para desenmascarar a todos los implicados. El plan es dejar que el camión con droga llegue sin inconvenientes a Medellín y luego interceptarlo para atrapar a los jefes. Una vez capturado el vehículo, los agentes interrogan al conductor y su ayudante, quienes terminan revelando detalles clave.

La trampa está tendida. Los jefes —Pablo Escobar y su primo Gustavo— caen en la emboscada al acudir a la reunión donde iban a pagar el soborno pactado. Son arrestados, reseñados y llevados a prisión. Sin embargo, Escobar logra escapar inicialmente, aunque poco después se entrega voluntariamente. Como parte de su estrategia, soborna a las autoridades y solo paga seis meses de cárcel, quedando luego en libertad. Pese a sus esfuerzos por eliminar las huellas del proceso, un expediente queda “volando”, dejando registro de su primera gran caída.

Venganza, Lecciones y Nuevas Rutas

Tras salir de prisión, Escobar y su primo se enteran por voz de agentes del DAS que el delator fue Cucaracho. Este hecho marca un punto de inflexión en su filosofía criminal. Desde entonces, se vuelven más cuidadosos con sus alianzas y abandonan gradualmente los cargamentos terrestres para enfocarse en el transporte aéreo, que consideraban más seguro.

Aunque detienen temporalmente la ruta desde Perú para enfriar la situación, los agentes del DAS siguen tras sus pasos. En una de esas confrontaciones, los agentes cometen el error de dejarlos vivos tras amenazarlos de muerte. Escobar, en un movimiento audaz, los convence con dinero, dejando a su primo como garantía mientras consigue el soborno pactado. Luego, fiel a su nuevo código, Escobar cumple su juramento: “nadie me amenaza y vive para contarlo”, y elimina a los agentes.

Con el camino despejado, la operación con Perú se reanuda, pero ahora bajo una nueva modalidad: corrompiendo las altas esferas del poder en ese país. Escobar logra establecer contacto con Vladimiro Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia peruano, quien le cobra cuotas específicas para permitirle operar sin obstáculos dentro del territorio peruano.

Este nuevo respaldo oficial consolida el imperio narcotraficante de Pablo Escobar, que ya comenzaba a perfilarse como el narcotraficante más poderoso y temido del hemisferio occidental.

El Nacimiento del Cartel de Medellín: La Consolidación del Imperio del Narcotráfico

A medida que el negocio del narcotráfico se volvía cada vez más lucrativo, Pablo Escobar decidió ejecutar una de sus ideas más ambiciosas: transportar droga por vía aérea. Para ello, adquirió un avión tipo Panther Navajo que envió a Perú. En esta aeronave, que tenía capacidad para transportar hasta 200 kilos de cocaína por vuelo, se comenzaron a realizar los primeros cargamentos a gran escala. Fue así como Escobar descubrió una nueva ruta estratégica para exportar clorhidrato de cocaína, utilizando como conexión principal el territorio boliviano.

En Bolivia estableció contacto con Jorge Roca Suárez, conocido como “Techo de Paja”, quien se convertiría en uno de los narcotraficantes más poderosos de ese país durante años. Este operador mantenía su red gracias al respaldo de funcionarios que facilitaban el ingreso y salida de aeronaves desde pistas clandestinas ubicadas en el norte boliviano.

Para asegurar el éxito de esta operación, Pablo Escobar y su primo Gustavo Gaviria confiaron en Fidel Castaño, quien fue enviado a Bolivia para encargarse del flujo constante de pasta base de coca. Mientras tanto, Escobar negociaba personalmente con los principales socios del negocio. En uno de sus viajes a Santa Cruz, ciudad clave para el tráfico boliviano, conoció al hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros, un emergente narco con el que selló una alianza que le permitiría expandir aún más su red.

Durante un tiempo, esta estructura operó eficazmente por toda Sudamérica. Toneladas de hoja de coca eran cultivadas y procesadas en regiones como el Alto Huallaga en Perú y el Chapare en Bolivia. Posteriormente, eran transportadas hacia Colombia, donde los laboratorios de Escobar se encargaban de transformar la pasta base en clorhidrato de cocaína listo para exportar.

Con el paso del tiempo, Escobar atrajo a más inversionistas al negocio, como Los Pablos, quienes inyectaron una fuerte suma de capital, lo que permitió intensificar los vuelos con cargamento. Sin embargo, este crecimiento también provocó un endurecimiento en los controles fronterizos con Perú y Ecuador, lo que empezó a complicar el flujo de materia prima.

Ante estos obstáculos, la organización decidió dar un paso decisivo: producir su propia hoja de coca en Colombia, construir sus propios laboratorios de procesamiento y encargarse directamente del transporte hacia Estados Unidos.

En esta etapa, Escobar buscó a una vieja conocida: Griselda Blanco, alias “la Madrina”, quien en el pasado le había sugerido que se independizara de los hermanos Ochoa. Siguiendo ese consejo, Escobar viajó a Miami para contactar a Blanco, quien lo ayudó a organizar su primer gran envío hacia territorio estadounidense. Este consistía en avionetas encaletadas con droga oculta en llantas desinfladas, las cuales eran luego abandonadas en basureros donde hombres de confianza de Blanco las recogían.

Paralelamente, otros grupos de narcos colombianos ya estaban consolidando sus propias rutas. Los hermanos Ochoa, conocidos entonces como la Compañía, controlaban la conexión con Los Ángeles a través de su socio norteamericano John Doe. Escobar, junto con Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha (“El León”), Los Pablos y Griselda Blanco, se adueñaban progresivamente del territorio de Miami.

Mientras tanto, Rodríguez Gacha comenzaba a emerger en el centro del país, estableciendo su poder en Cundinamarca y Bogotá. Sus primeros envíos a Estados Unidos también se realizaban a través de su alianza con Matta Ballesteros.

En el otro extremo del país, el Cartel de Cali, encabezado por los hermanos Rodríguez Orejuela, consolidaba su control sobre Nueva York.

La alianza entre Escobar y Griselda Blanco floreció durante un tiempo, mejorando las operaciones de exportación y multiplicando la entrada de droga a Estados Unidos. La eficacia del sistema aumentó la fama de Escobar entre los narcotraficantes colombianos, lo que atrajo a más socios dispuestos a confiarle su dinero para mover cargamentos.

Pero como todo en el narcotráfico, nada era eterno. La ruta de Miami fue descubierta por las autoridades, lo que llevó a Escobar, siempre informado, a suspender de inmediato los envíos por esa vía. Con la experiencia acumulada y el dominio adquirido del mercado estadounidense, tomó la decisión de cortar vínculos con Griselda Blanco y tomar el control absoluto del negocio en ese territorio.

En ese momento, ya se encontraba a la par del clan Ochoa, y fue entonces cuando formalizó su alianza con la Compañía. Comenzaron a enviar cargamentos más pequeños y sus primeras incautaciones se registraron en 1976.

Ese mismo año, apareció en escena Carlos Lehder en Medellín, ofreciendo una ruta segura y contactos estratégicos en el Caribe. La organización lo contactó y comenzó a utilizar su corredor como nueva vía de distribución.

Un acontecimiento clave cambiaría la historia del narcotráfico en Colombia: el secuestro de Martha Ochoa, hermana de uno de los miembros del clan. Esta situación llevó a que se convocara una cumbre en el rancho de los Ochoa, Las Margaritas, a la que asistieron cerca de 20 grandes narcos de distintas regiones: Medellín (Escobar y Los Pablos), Cali (Santiago Ocampo y Gilberto Rodríguez), Bogotá (Gacha), Leticia, Pereira (Lehder), Cartagena y Barranquilla.

Fruto de esa reunión nació el grupo armado insurgente conocido como MAS (Muerte a Secuestradores), que logró rescatar a Martha Ochoa sin pagar rescate alguno al M-19. Pero, además, esta cumbre le dio a Pablo Escobar la legitimidad y liderazgo para proponer la creación de una especie de “multinacional” del narcotráfico: una estructura que sirviera como eje coordinador entre los diferentes clanes, y como instancia mediadora para resolver conflictos internos.

Si bien algunos aceptaron la propuesta, otros como el Cartel de Cali se mostraron reticentes, ya que preferían mantener su estructura independiente.

No obstante, para los grupos de Medellín, esta unión resultó clave. Así nació el temido Cartel de Medellín, una organización jerarquizada y altamente eficiente, donde las funciones se distribuyeron de la siguiente manera:

– Pablo Escobar: líder visible y encargado de la distribución de la cocaína.

– Los hermanos Ochoa: responsables de la producción y elaboración del alcaloide.

– Los Pablos, Galeano y Moncada: financiadores e inversionistas del cartel.

– Carlos Lehder: encargado de las rutas aéreas y marítimas para el tráfico de droga.

– Rodríguez Gacha: jefe de seguridad, logística militar y brazo armado de la organización.

Este esquema sofisticado de operación marcó el nacimiento de un imperio criminal que dominaría el narcotráfico mundial durante más de una década, sentando las bases de lo que sería reconocido globalmente como el Cartel de Medellín.
Los inicios de Pablo Escobar en el Cartel de Medellín

El Cartel de Medellín: La Multinacional Criminal que Redefinió el Narcotráfico ★★★★★

Durante las décadas de 1970 y 1980, una red criminal sin precedentes transformó a Colombia en el epicentro del narcotráfico mundial. Al frente de esta estructura estaba Pablo Escobar, un hombre que, junto a un puñado de aliados, convirtió el negocio de la cocaína en un imperio global que retó a gobiernos, corrompió instituciones y desató una ola de violencia jamás vista. Esta es la historia de cómo un grupo de contrabandistas, pilotos y empresarios del crimen unieron fuerzas para fundar el temido Cartel de Medellín: una organización tan sofisticada como despiadada, que marcó para siempre la historia del narcotráfico y el destino de todo un país.

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Fuentes sobre Pablo Escobar y el Cartel de Medellín ★★★★★

  • Legarda Martínez, A. M. (2015). El verdadero Pablo: sangre, traición y muerte. Dipon. Capítulo I: “El comienzo”.
  • Rockefeller, J. D. (2016). Pablo Escobar: El Auge y la Caída del Rey de la Cocaína. CreateSpace Independent Publishing Platform. Páginas 11-17.
  • Peñaloza López, L. A. (2012, abril). Enriquecimiento ilícito en particulares [PDF]. Páginas 47-55. Recuperado de: https://repository.unilibre.edu.co/bitstream/handle/10901/6414/PenalozaLopezLilianaAndrea2012.pdf
  • Szklarz, E. (2016, 19 agosto). El reino del polvo: cómo era la vida de Pablo Escobar en el apogeo del narcotráfico. Super Interesante. Recuperado de: https://super.abril.com.br/historia/o-reino-do-po-saiba-como-era-a-vida-de-pablo-escobar-quando-ele-vivia-no-auge-do-narcotrafico/
  • [Autor desconocido]. (2020, 19 septiembre). La verdadera historia de Pablo Escobar Gaviria. Pablo Escobar Gaviria Info. Recuperado de: https://pabloescobargaviria.info/la-verdadera-historia-de-pablo-escobar-gaviria/
  • Meléndez, J. (2021, 3 abril). El narco-enlace de Caro Quintero. El Universal. Recuperado de: https://www.eluniversal.com.mx/mundo/el-narcoenlace-de-caro-quintero
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